Genealogía de la Escuela
A finales del siglo XIX la “norma” adquiere una connotación sobresaliente en el ámbito de la escuela europea; su principal inquietud fue resarcir los problemas sociales –como la pobreza, la marginación, el hambre, etc., –que imperaban con mayor agudeza en ese entonces. Por ello, la escuela sirvió como lugar para corregir, prevenir o mejor dicho normalizar. De modo que, “(…) los niños estarían alejados del peligro de la calle sí fueran regularmente a la escuela.”[1] Así, la escuela surge entonces como una institución de prevención social, y no como un espacio para generar aprendizajes.[2]
La escuela constituye para finales del siglo XIX una institución que adopta una racionalidad, que produce sujetos, cuerpos dóciles e inertes de acuerdo a los intereses socio-económicos de los productores franceses. Al grado de, que evadir la escuela que sirve de refugio y disciplina para los niños pobres, abandonados, delincuentes, enfermos mentales, etc., es síntoma de anormal. La nosografía[3] es el sistema de clasificación de los niños anormales, es decir, de niños que han desafiado a la norma, o bien que se han salido simplemente de la escuela.
A partir de ello, se han inventado trastornos profundos y nuevas categorías en la nosografía, que se asocian comúnmente con los “retrasados”, “inaptos” o “inestables”. La expresión “anormales” no coinciden con las visibilidades de los niños de la calle, vagabundos, etc., ni mucho menos los “normales” con las visibilidades de la escuela. Es decir, no se corresponden lo visible y lo enunciable[4].
He aquí, el problema que establece la escuela como una institución capaz de coartar las conductas anormales, propias de los callejeros, delincuentes, enfermos y vagabundos de las grandes ciudades. Las escuelas mixtas se originan en los lugares, barrios y zonas donde no hay nada de anormalidad. El paradigma que marco a la escuela del siglo XIX fue la ortopedia mental, de creer que disminuir las condiciones deplorables de los niños en situación de calle, sería a través de la normalización de sus conductas por medio de la escuela pública.
[1] Francine Muel, “La escuela obligatoria y la invención de la infancia anormal” en Espacio de poder, La piqueta, Madrid.1991 p. 126
[2] Aunque actualmente se diga que los niños aprenden en la escuela, en el fondo es una alusión a la disciplina; por ello, la prisión, el trabajo, el ejército y la escuela se aplica técnicas disciplinares.
[3] Véase Francine Muel, “La escuela obligatoria y la invención de la infancia anormal” en Espacio de poder, La piqueta, Madrid.1991 p. 130.
[4] Gilles Deleuze, El saber, curso sobre Foucault, Tomo I. Editorial Cactus, Buenos Aires, 2013, p. 29