Frank Kafka: entre la política y la literatura como un pensar desbordante
A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía,
las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear.
Marcel Proust.
Kafka, aquí mete el diente (muy filoso por cierto), y hace énfasis en que detrás de las leyes como normas jurídicas que pretenden legislar de manera soberana y sin distinción propiamente a los hombres, hay ante todo corrupción, jerarquías, verdugos y policías tontos sin conciencia que no sólo afecta la estabilidad de una sociedad (quizás cosmopolita como la de Kant), sino que arrebata políticamente y jurídicamente los derechos que le pertenecen al hombre por naturaleza de una forma estúpida; “pues no es necesario aceptar todo como verdadero, uno debe aceptarlo como necesario. Triste conclusión de Kafka –que hace de la mentira un principio universal.-“ De modo que, la mentira se convierte en algo necesidad, es decir, miento porque considero necesario para un fin especifico.
"Como mentir que en efecto ese hombre mato a mi vecino, cuando en realidad yo fui quien lo mato pues mentí porque era necesario para no ir a prisión por el resto de mi vida". La mentira como tal, trae como consecuencia la sumisión que no es dada a la fuerza sino se manifiesta por un sentimiento de culpa “que la acusación infundada origino en el acusado” esto es, que absolutamente ningún hombre esta libre de culpa. Esto se torna una inmensa confusión, me refiero al hombre que Kafka caracteriza en El proceso, el cual a su vez toma una actitud negativa ante su mundo, ya que tal sentimiento lo educa por decirlo así de tal manera que entra en el mundo de la mentira, injusticia, necesidad e incluso de odio, cae en un desprestigio hacia el mundo como tal.
Kafka en realidad nos quiere dar a conocer ese juego sucio o puerco de la burocracia a partir de su reflexión en El proceso, que aparte de mostrarnos el lado literario e imaginativo de un Modernidad basta e incluso terriblemente desbordante, nos ofrece en el fondo de su obra una preocupación política que desembocar en la injusticia como privación de los derechos constitucionales de cada persona, como percibido en su obra El proceso. Y que la función del hombre en la esfera burocrática ya esta cancelada, es decir, está condena a no hacer nada, absolutamente nada para cambiar el proceder de las políticas y leyes que funcionan de fundamente en la sociedad, aun cuando todavía no hay una lucha (violencia física) sino sólo se somete por las mismas leyes hechas para perjudicar a los demás, no a los dueños del poder sino a los más vulnerables de esa sociedad moderna pintada por Frank Kafka, como un abismo sin fondo ni dimensión alguna.