Sobre la violencia: una situación que emerge en la vida cotidiana.
Generalmente la violencia se entiende como una agresión física hacia otras personas, como golpes, empujones, patadas, balazos, o toda serie de atracos. Esto ha ocasionado muertes inocentes y otras más culpables. Su síntoma comienza con amenazas-ultimatos, e incluso llega a saltarse esto para acabar de una vez con la vida de una o millones de personas (por ejemplo el holocausto). Sin embargo, hay diferentes tipos de violencia como la psicológica, laboral y sexual etc., pero aquí me interesaré una que se relaciona fuertemente con los acuerdos públicos que es la violencia física.
La violencia según Walter Benjamín “se da sólo cuando incide sobre las relaciones morales. La esfera de tales relaciones morales es definida por los conceptos de derecho y justicia.”[1] El carácter de la violencia nada en contra de la corriente como una ruptura entre la esfera moral y jurídica. El nadar en contra, se sitúa en gran parte por la poca legitimación de los acuerdos públicos entre Estado-sociedad (ilusión de la Modernidad).
No cumplir el mandato del Estado según la legalidad se incide en la violencia, ya que se degrada la relación entre la esfera moral y jurídica según Walter Benjamín. Pero a mi parecer la violencia surge desde los mismos formatos legales y normativos que propicia la ley, es decir, desde los mismos derechos ya se notan ciertas limitaciones, cuya consecuencia es pisar su integridad personal, sin tomar en cuenta otros factores, como la voz y la demanda.
La violencia no puede escapar de la vista de los hombres así tan fácil, porque no es una pesadilla sino es una realidad que experimentamos en nuestra vida. El derecho a la huelga por ejemplo, supone un principio de toda organización sindical que actúa bajo un acuerdo o contrato que garantiza tácitamente y jurídicamente tal derecho. Desde este marco, (jurídico-sindical) la huelga aparentemente tiene una cara pacifica pero en el fondo de ella radica la violencia (aun no física), es una violencia que reclama prestaciones, seguro social, bonos, vacaciones pero sobre todo aumentos salariales.
De aquí nace la idea de que la violencia surge desde los mismos formatos legales y normativos que propicia la ley, (ya antes mencionado). La violencia física como tal aparece en el derecho de huelga cuando el acuerdo o contrato se depura por completo, es decir, no se respetan ciertos estatutos básicos y fundamentales de esa relación jurídica del sindicato con la institución pública. De manera que, “toda violencia es, como medio poder que funda o conserva todo derecho,”[2] que subsiste en el poder instituyente, o sea de los huelguistas.
Así, la violencia es una cuestión que es valida hasta cierto punto en el ámbito de lo jurídico, (según el derecho de huelga), pero fuera del sindicalismo, la violencia es sin más un aislamiento de las leyes, pero que en sí lleva un fin al momento de manifestarse ya sea para robar, para agredir, para secuestrar e incluso hasta para educar a los niños lleva un grado de violencia.
Michel Foucault por ejemplo, nos dice que “el discurso como violencia que se ejerce sobre las cosas, en todo caso como una practica que les imponemos, es una practica donde los acontecimientos del discurso encuentran el principio de regulación.”[3] Aquí notamos que la violencia en el discurso aparece como un juego de reglas que remarcan la linealidad de un discurso sin aceptar una genealogía como la que desea el propio Foucault en el discurso.
[1] Walter Benjamín, Para una crítica de la violencia, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 1995, p. 13.
[2] Op. Cit. Walter Benjamín, Para una crítica de la violencia, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 1995, p. 21.
[3] Michel Foucault, El orden del discurso, Fabulas Tus Quests Editores, 1973, España, p. 53