El farsante feliz de Marx Beerbohm

Publicado en por Heriliam

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Marx Beerbohm, El farsante feliz, Un cuento de hadas para hombres casados, Trad. de Matías Godoy, Cuadernos, Acantilado, Barcelona, 2012, 62 pp.

 

RESEÑA:

 

A  pesar de que su faceta como caricaturista sea más elogiada que sus escritos literarios, The Happy Hypocrite sin duda representa uno de los relatos más agudos y misteriosos de Marx Beerbohm. Acantilado Editorial presenta después de una larga espera para los hispanoparlantes, una traducción de este sensacional relato que por más de un siglo se había quedado en el tintero y ahora se exhibe en el español como El farsante feliz.

          En esta maravillosa obra, se observa perfectamente la osadía de un dandi que intenta conquistar el amor de una joven bailarina del Garble’s. El contexto se sitúa en la ciudad de Londres a finales del siglo XIX, donde la singularidad de nuestro personaje principal es su grado de perversidad o maldad, se trata de Lord George Hell quien es conocido popularmente por los niños como el “Rey malvado”. En las primeras páginas de este relato, la descripción de George se ironiza más como un “genio enamorado” que un demonio aferrado a la tiranía.

         La historia de Lord George y Jenny Mere, la bailarina del Garble’s. Se consagra en que el amor no sólo reside en la atracción visual sino en la diferencia de estatus sociocultural. Por eso, Beerbohm hace alusión como subtitulo “un cuento de hadas”, justamente porque es la sátira –de los verdaderos cuentos de hadas– de un hombre que a pesar de tener todo, no puede estar con Jenny Mere. Sin duda, Marx fractura la visión universal de los cuentos de hadas, alejándose cada vez más de un acelerado final feliz y acercándose a un enigma entre Lord y Jenny.

        El rechazo que recibe George de Mere –al no aceptar el matrimonio–, marca la pauta de todo el relato y el desenlace de Lord y su “rostro falso” como apariencia de lo que no es ni será –sólo hasta ese momento–. En efecto, Lord tuvo que colocarse una máscara de Santo para robar el corazón de Jenny, de otro modo sus esperanzas eran nulas para poder casarse con Mere. El significado de máscara de Santo, representa no sólo engañar a Mere o simular que es otra persona sino terminar siendo engañado él mismo; ya que la máscara hará lo propio y cuando Jenny descubra el verdadero rostro de George, los dos habrán quedado sorprendidos al grado que él ya no será el mismo y ella estará eternamente enamorada de Lord, más de lo que la misma máscara hubiera deseado.  

        El farsante Feliz es simular lo que no eres a costa de tu felicidad, precisamente es la trama de este relato que se envuelve en un dilema moral; buscas ser sincero con los demás o buscas tu felicidad sin importar que no seas sincero. Octavio Paz, decía que la sinceridad “puede conducirnos a formas refinadas de la mentira.”[1] La sinceridad tiene un límite y puede llegar a reflejar lo contrario –en algunas veces–. Lo cierto es que, continuamente mentimos casi siempre por conveniencia o por múltiples razones, este es el caso de Lord quien usa la máscara para mentir a Jenny Mere que es un Santo, cuando en realidad es un “malvado” con una sonrisa diabólica. El mensaje de Marx quizás sea ante todo maquiavélico, no importa cuáles sea los medios para ser feliz –siendo farsante o mintiendo– lo más indispensable es finalmente ser feliz.

        Lord George sabía que la máscara se la podían quitar hasta que él muriera, pero ignoraba que la máscara de Santo –una vez quitándosela– se quedará impregnada en su  verdadero rostro. No quedo más remedio que aceptar el rostro que siempre deseo, todo por concederle el capricho a Jenny, de sólo enamorarse de alguien que tuviera rostro de Santo. Marx Beerbohm deja entrever al final de su relato que uno puede ser traicionado por sus mismos actos, de manera uno mismo termine por desconocerlos e incluso ser un desconocido por uno mismo. Por último, lo que revela El farsante Feliz es que todos sin excepción, usamos una máscara ya sea para llamar la atención de los demás o para ser condenados por la misma máscara –en algunas veces sin darnos–.    

 

 



[1] Octavio Paz, El laberinto de la soledad, FCE, México, 1999, p. 45  

 

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