Humanismo en Heidegger.
La denuncia de Heidegger por los “ismos” en especial del humanismo, se debe a cómo se ha pensado al hombre apartándolo de su esencia fundamental. En este sentido Martin Heidegger, quiere recupera el ser que se ha olvidado en la esencia del hombre mismo. Por ello, afirma que el humanismo de Marx piensa al “hombre social” como un hombre natural, que requiere de necesidades básicas tales como alimento, vestido, producción y por supuestos sustento económico. Pero este reconocimiento del “ser humano” en Marx no es suficiente, ya que no precisa de ningún retorno a la antigüedad, lo que implica que su perspectiva se funda en la interpretación de lo ente en su totalidad.
Quiere decir, que este humanismo no presta atención a la esencia del hombre sino, su fuerza está en la naturaleza, el mundo y la historia menos en la morada del ser. Sin embargo, “todo humanismo se basa en un metafísica, excepto cuando se convierte él mismo en el fundamento de tal metafísica” (Heidegger, 2001, 23). Con esto, Heidegger busca precisamente que el ser sea el fundamento del verdadero humanismo, o mejor dicho el auténtico humanismo. La razón de justificar este humanismo auténtico, se debe al origen metafísico en contraposición al humanismo que es metafísico pero que no es su fundamento.
Entonces, los humanismos constituyen intentos de consolidar el estatus del “ser humano”, esto sólo permite apartarse verdaderamente de la esencia del hombre, el ser. Políticamente el auténtico humanismo nunca podría ser republicano, a menos que este humanismo abandonara la idea de su historicidad y origen que muestra justamente esta autenticidad. No es republicano porque en primer lugar es anti-moderno, es una vuelta atrás, es más bien un totalitarismo como dice Hannah Arendt. También, es una vuelta al origen mismo que nos conduce a la búsqueda de una identidad cultural y política.
El humanismo auténtico está dentro del Estado nacionalsocialista como algo que pertenece a la sangre y a la tierra. La decisión que se ejerce en este humanismo no es en el mayor de los casos libre sino impositiva, además es anti-democrática precisamente porque ya alguien más ha elegido por nosotros, al mismo tiempo la voluntad individual queda prendida por la misma decisión. Por el contrario, lo republicano demanda ante todo soberanía que depende de los ciudadanos, así como también pluralidad tanto de opinión como culturalmente. Ninguna de estos dos elementos sería plausible en el auténtico humanismo, porque destruye la verdadera cultura de un pueblo originario.
Ahora bien, el humanismo de Heidegger no sólo se caracteriza por ser auténtico sino, que marca una diferencia radical entre el animalitas y humanitas; el legado de la metafísica no es humanitas sino el animalistas. Por eso, Martin Heidegger reclama que “en principio, siempre se piensa en el homo animalis, porque muchos que se ponga al animal a modo de animus sive mens y en consecuencia como sujeto, como persona, como espíritu” (Heidegger, 2001, 27). Esto trae como consecuencia que “la metafísica piensa al hombre a partir de la animalitas y no lo piensa en función de su humanitas” (Heidegger, 2001, 27).
El punto que señala Heidegger me parece clave, ya que él está cuestionando la procedencia del humanismo a-histórico, es decir, del humanismo que no es auténtico; porque hablar de un humanismo cuando en realidad no concibe verdaderamente la esencia del hombre, más bien la transforma en un sujeto, en una persona, etc., lo cual significa aun se mantiene la estructura de la lógica y la gramática como supuesto de la metafísica. De este modo, el humanismo a-histórico no es un humanismo sino es un animalitas. En cambio, el autentico humanismo descansa en el ser como principio de la metafísica y de la esencia del hombre.
La esencia del hombre la constituye en gran medida la misma historia. Por el contrario, Lévinas piensa que “el hombre se renueva eternamente frente al Universo. Hablando de modo absoluto, no hay historia” (Lévinas, 1994, 162). En este sentido, la historia para Levinas es una limitación de tiempo, es una condición irreparable de todos los acontecimientos que se piensan como históricos. –Hay que tomar en cuenta que la condición judía de Levinas pesa mucho en su escritura–. Eso no significa que echemos al saco roto las implicaciones sino discutir las posibilidades de cómo pensar al hombre.
Para Heidegger es imposible echar abajo la historicidad de su pueblo alemán. creo que es ahí donde reside el fundamento de la esencia del hombre. El descartar a la historicidad para Heidegger sería darle continuidad al olvido del ser, y por supuesto la pérdida de una verdadera identidad alemana. Por otro lado, la renovación del hombre según Lévinas es quizás vivir en un abismo, es precisamente donde se rompe de una manera radical la limitación del tiempo.
Pero el humanismo es auténtico, porque se fundamenta en la historicidad del ser, es decir, la esencia del hombre como tal. Aquí, podemos notar la diferencia respecto a la historia entre Levinas y Heidegger, a pesar de todo el primero sea en el fondo su pensamiento un heideggeriano.
Por otro lado, Heidegger afirma que “la ex-sistencia es algo que sólo se puede decir de la esencia del hombre, esto es, sólo del modo humano de <<ser>>”. (Heidegger, 2001, 28). En otras palabras, el ser es visible sólo a través de la ex–sistencia que se da en el propio hombre. El significado que posee la ex-sistencia es aquella que está a un costado del Dasein, mientras, la existencia se refiere a una realidad efectiva que es muy diferente a la que propone Heidegger. Y quizás semejante a la “existencia” de la que habla Kant como parte crucial de un fenómeno.
La traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte sobre Carta sobre el Humanismo de Heidegger, deja en el tintero una aclaración sobre por qué sustituir “ser-aquí” por “ser-ahí” (Dasein). Lo cierto es que el Dasein tiene ciertas implicaciones políticas, por eso, supongo que los traductores lo sustituyen por “ser-aquí”. Porque el Dasein es el ser en cuanto que es, a diferencia del ser que está aquí. El alemán es, en cambio el francés está (aquí): el primero se refiere al ser culturalmente e históricamente originario por su procedencia, mientras, el otro tiene que ver con la presencia o la reafirmación de que no hay ausencia (Jacques Derrida).
El humanismo de Heidegger se sitúa en una crítica a la metafísica, que desde la filosofía platónica se formula una visión de esencia y existencia, cuya fuerza la retoma Sartre para argumentar que “la existencia precede a la esencia”. Heidegger contesta: “Sartre invierte esa frase. Lo que pasa es que la inversión de una frase metafísica sigue siendo una frase metafísica. Con esta frase se queda detenido, junto con la metafísica, en el olvido de la verdad del ser” (Heidegger, 2001, 35). El problema de fondo es que J. P. Sartre a pesar de invertir la frase no le quita el sesgo metafísico, por eso, Heidegger señala que esa inversión sigue estando en la tradición de la filosofía clásica.
De modo que, el existencialismo de Sartre no puede ser un humanismo, porque la esencia del hombre no está en la existencia sino, en la ex–sistencia donde se da el ser. Y por supuesto, porque hay un notable olvido del ser. La ex–sistencia dice Heidegger es la sustancia del hombre; indica que “el hombre se presenta al ser en su propia esencia es el extático estar dentro de la verdad del ser” (Heidegger, 2001, 37). Quiere decir, que la verdad del ser está precisamente en la esencia del hombre. Así, el humanismo auténtico de Heidegger, se opone al humanismo que se fundamenta en la existencia, puesto que “(…) las determinaciones humanistas de la esencia del hombre todavía no llega a experimentar la auténtica dignidad del hombre” (Heidegger, 2001, 37).
Bibliografía:
Heidegger, Martin (2001), Carta sobre el humanismo, Madrid: editorial Alianza. Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte.
[1] Véase Foucault, Michel, “Nietzsche, la genealogía, la historia” en La microfísica del poder. Madrid: Ediciones la Piqueta. 1992. p. 12.