Nietzsche y Foucault: aires de familia

Publicado en por Heriliam

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Nietzsche manifestó a través de aforismos o metáforas una serie de problemas –como la desigualdad, el odio, la venganza e incluso la violencia– que el hombre debía enfrentar en la constitución de su vida. Las metáforas o los aforismos simplemente era un estilo de decir, lo que consideraba inconsistente y peligroso para aquellos que preferían una vida acética o moralizante. Y no es porque esta vida fuera falsa sino; porque estaba muy tentada a destruir la libertad del individuo. Por eso, digo que Nietzsche[1] es un moralista en el sentido, de que revela en la medida de lo posible los efectos que producen vivir en una sociedad de egoísmos enfermos.

            En cambio, Michel Foucault representa una versión actualizada de la filosofía nietzscheana, al menos eso parece reflejarse en el segundo periodo intelectual conocido como genealógico. Para Paul Veyne entre otros más, Foucault representa el filósofo más  cercano a lo que Nietzsche quizás siempre imagino. No porque diga o repita lo mismo, más bien porque Foucault lleva a Nietzsche hasta sus últimas consecuencias, ahí donde los discursos ya estaban dados –la locura, la sexualidad, castigo y el poder– se genera un sentido que explora precisamente discursos, saberes y prácticas que no tienen ningún carácter científico por ser diferentes –ontológicamente–. Foucault ha influido mucho en los debates contemporáneos especialmente sobre su economía del poder, algo que no está tan lejos de la voluntad de poder nietzscheana.

            Las similitudes que observo a parte esta fuerza llamada voluntad de poder[2], y las relaciones de poder que proviene de todas partes –como una especie de repulsión entre diversas fuerzas–. Percibo particularmente la estrecha relación entre el sí mismo y el cuidado de sí; para Nietzsche el sí mismo constituye una forma de negar todo aquello que apesta a metafísica –a diferencia del espíritu–, por el contrario, Foucault considera que el cuidado de sí mismo se presenta como experiencias del Yo. Al igual que, el sí mismo no dice Yo, mejor hace Yo según Nietzsche. Sin embargo, el Yo en el fondo también tiene un sesgo metafísico, pero que no asume un compromiso fuerte, puesto que Nietzsche está haciendo referencia a la lucha de egos que hay entre los hombres.

            La cuestión del cuidado de sí mismo en Foucault, a pesar de tener antecedentes en los griegos, romanos y estoicos, creo que sí parte del sí mismo nietzscheano pues se orienta en la subjetividad del individuo, porque uno debe inventarse a sí mismo como individuo desde lo privado. Entonces, el cuidado de sí es ante todo una expresión que deriva el sí mismo, como una manera de hacer Yo, pero fundamentalmente de tratar o cuidar a ese Yo como experiencia subjetiva, sin caer prácticas como la confesión que señala Foucault como un tecnología del Yo. En suma, el cuidado de sí es un rasgo que conlleva a generar nuevas formas de subjetividad, o bien nuevos modos de pensar el sí mismo.

Algo que trae consigo el cuidado de sí es la despersonalización –la muerte del autor– del sujeto, no hay rostro; “más de uno, como yo sin duda, escribe para perder el rostro. No me pregunten quién soy yo, ni me pidan que permanezca invariable”[3] En Nietzsche el sí mismo va de la mano tanto con el cuerpo como la virtud, concretamente el primero –el cuerpo– en Foucault es hablar de las subjetividades. Aunque afirme Rorty que la propuesta de Foucault sea fallida para un proyecto de democracia liberal, lo cierto es que la esfera privada es un sugerencia que no debe porque ser minimizada por lo público.



[1] Véase  Friedrich Nietzsche, Ecce Homo, Madrid: Editorial Alianza. 2005.

[2] Véase Friedrich Nietzsche, La Genealogía de la Moral, Madrid: Editorial Alianza. 2009.

[3] Michel Foucault, Arqueología de saber. México: Editorial Alianza. 2007. p. 29.

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