Sobre el cuidado de sí

Publicado en por Heriliam

 

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Uno de los principios morales más importantes dentro de la antigüedad es el “Conócete a ti mismo” –o también principio délfico– en oposición al “cuidarse de sí mismo”. La diferencia entre estas dos concepciones se sitúa entre lo interpersonal e intrapersonal; el “Conócete a ti mismo” es visto como un consejo práctico que debía ser consultado con el oráculo, pero en el cristianismo esta idea resulta ser “(…) paradójicamente la manera de renunciar a sí mismo.”[1] Porque se ha preferido un principio de salvación por todos los pecados cometidos en la vida que se ha llevado. Mientras, el “cuidarse de sí mismo” se refiere a la preocupación de sí mismo, el sentirse preocupado o inquieto de sí.

            Un antecedente sobre el “cuidado de sí” se encuentra en el Alcibíades de Platón. En este contexto Sócrates le pide a Alcibíades que a pesar de su poca educación debe de “preocuparse por sí mismo”, para poder asumir una actitud política y una eróticidad que le permita ser el dominador y no el dominado. La intención de Alcibíades es realizar fundamentalmente una actividad, igual que el campesino se preocupa por sus cosechas o tierras, Alcibíades debe preocuparse por aquello que se ha propuesto desde el principio, la ambición política. Entonces, el “preocuparse de sí mismo” no debe de entenderse como una sumisión espiritual sino como el cuidado de una actividad.

            De este modo, el “cuidado de sí” representa una forma de negar metafísicamente cualquier relación con el alma como sustancia, pues lo que importa radica en el ejercicio que uno debe conseguir para alcanzar un propósito. No obstante, la idea del alma para Alcibíades es considerada como un asunto que debe ser resuelto por él mismo, ya que la posición privilegiada de Platón es el “Conócete a ti mismo”, que supone una especie de descubrimiento de uno mismo –desde el punto de vista del principio délfico–. De ahí, que “el conocerse a sí mismo se convierte en el objeto de la búsqueda del cuidado de sí.”[2] Por tanto, “el cuidado de sí” es una forma también de conocimiento de sí.

“El cuidado de sí” también está relacionado con la actividad literaria, incluso en los mismo escritos de Platón es posible observar toda una serie de pseudónimos con los que se caracterizan cada uno de sus personajes. Pero en las Confesiones de San Agustín es más nítida la idea del “cuidado de sí” –o nuevas experiencias del yo según Foucault– que emergen en las culturas occidentales durante los siglos I y II. En la misma escritura podemos analizar de qué modo surgen algunas reflexiones del “cuidado de sí”.

 

Por ejemplo, la Carta de Marco Aurelio que escribe a Fronto, es una evidencia de que a través de la escritura es posible notar los aspectos más singulares del “cuidado de sí”. En esta carta Aurelio “(…) habla de sí mismo, de su salud, de lo que ha comido, de su garganta dolorida”[3] y de muchas cosas más. Aquí indirectamente sale a reducir la relación entre cuerpo y alma –aunque para los estoicos no era tan necesario el cuerpo, al menos para Séneca y Plinio adquiere una valiosa importancia en la reflexión filosófica– puesto que el cuerpo refleja de alguna forma la mayor parte del estado físico y anímico de cada individuo. Por eso, Platón decía que antes de pensar era necesario alimentarse para tener un rendimiento y concentración al momento de pensar.

La preocupación de Marco Aurelio por la salud es una forma de “cuidarse de sí”; esto es evidente especialmente en los griegos cuando “(…) el individuo debe dar forma a tal o cual parte de sí mismo como materia principal de su conducta moral”[4] Entonces, el sí mismo se ajusta a las necesidades según la conducta moral que realice el individuo. En cambio, “el cuidado de sí mismo” como una especie de tratamiento de la salud o del cuerpo, representa una autodefensa que el mismo sujeto debe de ejercer para no traspirar enfermedades. Por eso, “el cuidado médico permanente es uno de los rasgos centrales del cuidado de sí. Uno debe convertirse en el médico de sí mismo.”[5]

El relato de Marco Aurelio no sólo se encuentra los aspectos fisiológicos –como el alimentarse bien, la salud y demás– sino; la revelación de un amor homosexual que siente por Fronto. Hay que tomar en cuenta que en esa época no era tachado como malo o inmoral, sostener una relación entre un muchacho de veinticuatro y uno de cuarenta. En esta parte, más allá de que Aurelio manifiesta sus sentimientos hacia “otro”, se logra admirar los detalles que constituyen todo aquello que rodea el “cuidado de sí”. Sin caer en una obsesión por decir lo que le gusta o hace en su vida cotidiana. En este sentido está en juego una erótica que implica una trasmisión de modos de vida pero sobre todo de una ética.

Finalmente, “el cuidado de sí” adoptó diversas significaciones durante la época helenística y Romana. Sin embargo, Foucault recupera un sentido que está fuertemente conectado con la libertad, y la reflexión crítica sobre cómo tratarnos a nosotros mismos no como lo que somos, más bien como lo que queremos ser. Tomando en cuenta que somos susceptibles a cambios justamente porque somos sujetos históricos



[1] Michel Foucault, Tecnología del Yo, Barcelona; Editorial Paidós. 2010. p. 54.

[2] Ídem, p. 59.

[3] Ibídem, p. 65.

[4] Michel Foucault, Historia de la sexualidad, El uso de los placeres. México; Editorial siglo XXI. 2009 p. 27.

[5] Óp. Cit, p. 67.

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